Alhajas de la Virgen de la Soledad

Leyenda de Acamixtla (Comunidad de Taxco de Alarcón)
Virgen de la Soledad

En el pintoresco y siempre hospitalario pueblo de Acamixtla, Comunidad de Taxco de Alarcón, Gro., existe una imagen que se venera bajo la advocación de la virgen de la Soledad, por cierto, patrona muy querida de los pueblerinos.

Era la víspera de su festividad.. y el pueblo en masa acudía a tributarle su devoción con plegarias, ornatos florales, músicas, danzas, fuegos artificiales y otras demostraciones de alegría. Las devotas mujeres vestían con sus mejores galas: vestidos de seda, aretes de piedras preciosas, collares y otros objetos de gran valor, mismos que después le entregaban como a una madre patrona.

Entre los concurrentes había dos individuos de torva catadura que fijaban su mirada en las galas de esta Gran Señora. Uno decía: "Mira qué hermosas alhajas que se carga esa virgen, si se las pudiéramos quitar nos darían por ellas una fabulosa fortuna". El otro "Vigilaremos con disimulo y aprovecharemos cuando el Templo quede sólo", y el silencio de la noche nos favorecerá".

Iglesia de Acamixtla

Dicho y hecho lo pensado, no tuvieron obstáculo en sus criminales intenciones, saliendo con las ambicionadas alhajas. El templo cerró sus puertas, los dos personajes atravesaron veredas y caminos apretando contra su pecho, las codiciadas prendas, pensando siempre en el inmenso dinero que recibirían por ellas, salieron del pueblo impulsados por un espíritu de terror; al volver la vista atrás, vieron que los seguía un hombre que galopaba en brioso corcel. Se les interpuso sin pronunciar palabra y con lanza en mano. Los obligó a dar pasos atrás hasta conducirlos al centro del pueblo, empujándolos a lo más oscuro de la cárcel.

El nuevo día anunció su regocijo y al pasar todos los transeúntes frente al presidio, vieron a dos hombres desconocidos que mostraban sus rostros tras las rejas. Cuchicheaban todos los que por ahí pasaban y no sabían del misterio. Las devotas mujeres acudían al templo y al llegar cual no sería su asombro, al ver que la milagrosa imagen tenía sus vestiduras rasgadas, sus orejas sin aretes, su garganta sin sus preciosas soguillas y todas las ofrendas en desorden.

Se aglomeró de inmediato la masa humana, y en tanto mirar y urgar por todos los lugares en busca de las prendas, con asombro vieron que en la punta de la lanza de San Martín Caballero pendían las alhajas. Todo el pueblo atribuyó esto como un milagro obrado por la virgen de la soledad, por mediación de su siervo San Martín Caballero. Después de este hecho, hubo repiques de campanas, cohetes, danzas, cantos, música y lágrimas de alegría por tan inesperado acontecimiento.

Esta leyenda de las valiosas alhajas de la milagrosa Virgen de la Soledad de Acamixtla, Gro. Fue obtenida por tradición entre los vecinos.



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